martes, 17 de enero de 2012

El experimento Milgram : “me niego a seguir así”



Noticia leída en  "Diario médico" acerca de la posición de los Colegios de Médicos de Madrid, Valencia y Galicia sobre la repercusión de las medidas  dispuestas recientemente  por el Gobierno  de España para paliar el déficit:

"…Además, las tres corporaciones han consensuado un documento que, entre otras cosas, afirma que “las modificaciones laborales ordenadas por el decreto y las órdenes de régimen interno que se emiten en los diferentes departamentos de salud no respetan la normativa laboral ni las leyes de rango superior que rigen nuestra actividad” .

Este comentario me hace sospechar ( y lo digo "de puntillas")  que ”pudiera ser” que los políticos “a veces” dictan  leyes que “no siempre” son coherentes con el ordenamiento jurídico. Item más, las personas que las van a aplicar en todos los niveles de la administración  pueden ir en ocasiones  más allá de lo que el espíritu de la ley obliga a considerar. Por eso he traído aquí las reflexiones que   Michael Yapko, reconocido experto en hipnosis clínica, realiza sobre el experimento de  Milgram (recuérdese: aplicar corrientes a sujetos de experimentación simulados en el contexto de una investigación educativa, sólo por la “obediencia debida”):

...“La conclusión a la que llegó es inquietante: la gente obedece hasta más allá de lo debido a la autoridad cuando la percibe como tal y/o si no queda más remedio que obedecer. Si alguien percibe que no hay alternativas viables, cumplirá las órdenes aunque sean destructivas. Cuando les dijeron  a algunos sujetos del experimento de Milgram: “ No tiene usted elección… debe usted continuar con el experimento”, se cruzaban firmemente de brazos y decían: “ Por supuesto , claro que tengo elección  me niego a seguir”. Pero eran minoría”.

Sin comentarios..."Pero eran minoría".

Nota: incorporo dos vídeos. El primero - más didáctico-  hace una revisión del famoso experimento con fotogramas del original y entrevistas a Stanley Milgram ;el segundo es una recreación anterior.

Para quienes quieran acceder a la versión española del primer vídeo-pero más ampliado-, acceder aquí .







6 comentarios:

  1. Eduardo: Excelente artículo y muy explicativos videos, totalmente de acuerdo contigo de cómo los ciudadanos obedecen a la autoridad, a veces de forma destructiva (a lo largo de la historia tenemos infinidad de casos de “seguidismo borreguil”, no hace falta recordar genocidios de dictaduras (Hitler, Stalin Milosevic, Karadzic, etc.) Pero, curiosamente, en épocas de democracia los poderes fácticos y dominantes condicionan la directriz que debe seguir el pueblo sin darle opción a la crítica.
    Saludos y enhorabuena por tu excelente Blog
    Rodrigo Abad
    http://rodrigoasturias.blogspot.com/
    http://hastalosplexoscoroideos.blogspot.com/

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    1. Estimado Rodrigo: ya dijo alguien (creo que fue Max Weber) que en democracia el estado tiene el monopolio de la violencia, pero por medio de un proceso de legitimación. El problema es cómo se produce esto último. En este mundo de políticos irresponsables de su despilfarro y grandes “consensuadores” de sus pensiones, prebendas y jubilaciones, yo no lo tengo tan claro. Y permíteme que me explaye con un poquito de demagogia , pero mientras se juega el Madrid-Barsa creo que me lo puedo permitir.
      El problema es que la “violencia” (en este caso, reducir salarios, aumentar IRPF, reducir personal, aumentar horas de trabajo… ) la van a administrar personas que serán implacables a la hora de “apretar el botón” por la “obediencia debida”, sin ser conscientes de la inmoralidad de lo que están haciendo, eso sí, justificándose en que “es la única manera de salir de la crisis”.

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  2. Me gusta mucho la reflexión que haces sobre Stanley Milgram y la obediencia debida.

    Hay que decir NO a las decisiones abusivas, a seguir colaborando con una asistencia sanitaria indigna, a que haya pacientes en los pasillos, a dar minuto por paciente, a que la maldita eficiencia diriga nuestro trabajo, a que nos hagan/digan como hacer nuestro trabajo, a hacer las recetas de otros, a tantas cosas a las que en algún momento dijimos sí. Es cómodo refugiarse en las órdenes. Se alcanza lo que se llama, según Milgram, un estado agéntico. Las personas se convierten en agentes de otras “que mandan” y así se descargan de responsabilidad: “me lo dijeron, me lo ordenaron, yo no sabía nada, y no soy responsable”.

    Todos somos responsables de nuestros actos, y siempre se puede decir NO.. Dentro de la politica de exterminio de enfermos mentales y con enfermedades avanzadas que se llevó a cabo en la Alemania nazi se acabó con la vida de en una primera fase, 70273 enfermos y en una segunda fase de 110.000. Los primeros 70273 enfermos discapacitados, esquizofrénicos, ciegos, nacidos con malformaciones, fueron asesinados mediante la inhalación de monóxido de carbono, acción ésta dirigida por médicos con la colaboración de enfermeras. En la segunda fase supervisada y dirigida por médicos se ordenó a las enfermeras la administración a los enfermos de inyecciones de barbitúricos, morfina y escopolamina. Hubo enfermeras que colaboraron y hubo enfermeras que se negaron, y se sabe que a quién se negó no le sucedió nada, pero hubo quién se escudó en un posible temor a represalias y colaboró entusiastamente con los médicos en el exterminio de los enfermos.

    Las que colaboraron decían:

    “Siempre cumplí las ordenes. Como un soldado en el frente yo tenía mi deber, así que lo hicimos. Seguir las ordenes que da un médico es uno de los deberes más importantes de un personal sanitario… las órdenes recibidas estaban dentro de mi trabajo y había sido formada para obedecer. …Ellos sufrían mucho y no había ni los apósitos necesarios, ni las vendas o cualquier otra medicación disponible para su enfermedad”. Benedict S, Caplan A, Lafrenz Page T. Duty and “Euthanasia”: the Nurses of Meseritz-Obrawalde. Nursing Ethics. 2007; 14: 781-794.


    Las que se negaron decían:

    “El médico jefe... prescribió Escopolamina a un paciente anciano… me dijo que dosis había que aplicar… la dosis me parecía muy elevada. No obstante tenía mi enciclopedia médica y busqué en ella cual era la dosis máxima a administrar, comprobando que la prescripción del médico superaba con mucho al máximo recomendado. Apliqué la dosis que recomendaba el libro y me dije: Bien soy muy tonta, no he sido capaz de ni de aplicar la inyección adecuada ni de cargar el medicamento en la jeringa, sólo le he dado una décima parte de la dosis prescrita”. El paciente se despertó por la mañana, sonrió y me dijo: “Tengo que pedirle disculpas. Fue una conversación extraña la que tuvo usted con el médico jefe. Yo pensé que iban a matarme”. Al día siguiente vino el médico jefe y me dijo: ¿Qué inyección le ha puesto al paciente? Le contesté de la forma más inocente que se pueda imaginar: como me dijo, la dosis más baja de escopolamina, un décimo. El dijo a la enfermera jefe: No puedo tener aquí a esta enfermera, es tonta. Este no es lugar adecuado para ella. La enfermera jefe me dijo: ¿qué hiciste?..”.

    Afortunadamente siempre puede haber quién dice NO.

    Siempre se puede decir NO. Digamos NO. En aquella debacle moral llamada Holocausto y las acciones llevadas a cabo por los médicos nazis y sus colaboradores hubo quién dijo NO, y mantuvo las esencias espirituales y profesionales: Irena Sendler, Tadesuz Pankiewicz, los Justos entre las naciones.......

    Digamos nosotros NO, también, todos los días.
    Un saludo
    Esteban González López

    Recomiendo el blog medicinayholocausto.blogspot.com

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  3. Muchísimas gracias por tu comentario, que enriquece este blog, sin duda. Haces una reflexión en profundidad sobre un asunto muy serio. Los grandes dilemas éticos se presentan ante situaciones tan dramáticas como las del holocausto que citas, pero también ante otras más habituales como las que también describes. Y , probablemente, al ser incapaces de decir “NO” ante estas pequeñas cosas de la vida nos hacemos incapaces para responder a los grandes retos cuando estos se presenten: la construcción moral de lo que somos se hace desde las pequeñas cosas.

    Un fuerte abrazo, y gracias de nuevo.
    Eduardo.

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  4. Gran trabajo el que nos compartes, todo un gusto visitarte.

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