martes, 28 de junio de 2011

Congresos médicos: entre la “hospitality” y la ciencia



El fin de semana pasado estuve en Frankfurt, en un Congreso sobre asma y EPOC organizado por un laboratorio de renombre. Acepté la invitación por tratar dos temáticas  a las que tengo afecto: el “self management “ y el “integrated care”. Además, escuchar  a Cazzola, Fabbri, Heaney, Haughney, Miravitlles,  Agustí, Wedzicha, Beasley  o Barnes, y participar en talleres de 15 o 20 personas con Singh, Bourbau o    Lötval  no ocurre todos los días.


A pesar de mi emoción inicial no sé realmente cuál ha sido el beneficio obtenido. Las presentaciones fueron espectaculares y atractivas, dadas las tablas y recursos de los ponentes. Pero en verdad,  sólo me he quedado con un buen puñado de referencias copiadas a “matacaballo”, ahora difíciles de transcribir al ordenador ( y eso que había colegas que "pirateaban" con fotografía ¡o vídeo! las presentaciones de los ponentes).

También hubo pelea. En un taller sobre crisis de asma, un dandy inglés-  médico sin   chistera -,hablaba de crisis de asma sin referencia alguna al uso de  cámaras , medidores de pico flujo, corticoides inhalados   o flujos de oxígeno reducidos. Le eché valor, cogí el micrófono y ahí este españolito se enzarzó con su lengua de trapo contra el brillante ponente. Había que ver su mirada escrutadora como si estuviera ante una hormiga –que era yo-. Ahí corroboré un presentimiento: la ignorancia es aliada del orgullo y enemiga de la  ciencia.

Lo que sí me sorprendió fue la nueva norma de conducta de la industria: todas las presentaciones se introdujeron con una declaración de conflicto de intereses y un “disclaimer” sobre la advertencia del buen uso de la información transmitida. Por otra parte, desapareció la tradicional “hospitality” habitual en estos eventos. Así, llegamos  tarde y , sin recepción alguna, nos fuimos ayunos a la cama. Y al día siguiente, callejeamos por Frankurt en busca de un humilde puesto de salchichas con cerveza a cuenta de nuestro reducido pecunio. 

Creo que la próxima vez me quedaré en Madrid revisando a fondo la literatura. Y que me inviten a un Congreso por videoconferencia, que en mi casa nadie como yo hace su propia  “hospitality”.



sábado, 11 de junio de 2011

Mi congreso…¡y mi bolsa de lunares con gadgets!:



La llegada en AVE, luminosa. Corriendo al Congreso. Llego tarde al taller de “coaching” y no me dejan entrar (Brrr, las salas son enanas , no cabe nadie, y gasté un día de docencia para esto…). Pero acabo en “Foro docente” oyendo a  Pablo Bonald sobre el eterno de Medicina de Familia y Universidad : sigue en la brecha, anda que tiene moral .
La sesión inagural. Conferencia de  Vicens Navarro. Parece Vicente Ferrer pero en versión marxista. Gana a la audiencia cuando dice:” le he dicho a mi secretaria que sólo me ponga cuando llamen los sindicatos y los de la primaria” (risas del público).
Vitriólicas consideraciones sobre el déficit de gasto social en España, comparado con el resto de la Europa civilizada. Aunque propone subida de impuestos “  a los que más tienen”. Ahí nos ponemos casi todos a temblar.
El cóctel. Me sitúo estratégicamente al lado del jamón Serrano. Hablo con Manolo y su barba salvaje (está igual, ya prometía de resi lo que ahora es). Conozco a Enrique, de Madrid. Acabó este año, flamante  MF. Lamenta no haber publicado, se apura por el futuro, no lo tiene claro. Le cuento cosas de cocinilla de vetusto MF. Le digo que no envidie a la R4 de trauma por lo mucho que ha publicado sobre prótesis de cadera, que existen los “medical writers” , que vale más lo que hagas por ti mismo. “Pero eso no da puntos ni una plaza”. Es práctico.
La noche. Velando armas. Estudiando  y releyendo el póster que defiendo mañana. Me acostaré a las 3 , dándole vueltas a los recovecos y flaquezas del estudio, respondiendo a posibles preguntas inesperadas, releyendo los artículos originales de la bibliografía. Recuerdo haber leído sobre un afamado colega que pasaba horas antes de su exposición preparándola al detalle, ensayándola ante el espejo. Lo que parece fácil y acaba en 5 minutos requiere horas de ensayo.
La mañana. El día D. Quiero entrar en la sala, pero una amable señorita me dice que está llena. ¡ Pero si tengo que hablar ahí dentro!.”Bueno, pase, pero tendrá que estar de pie”. Vale. Espero mi turno. Escucho y miro, pero atiendo poco a lo que dicen, prefiero los acentos, las modulaciones de la voz, tan diferentes . Me fijo en los zapatos, en el vuelo de una falda, la agitación al respirar, en la firmeza al hablar o mantener la mirada ante el público.
Y llega mi turno…
La comida. Me apura llegar solo a un sitio tan grande sin amigos. Pero me siento junto a la puerta y le echo morro. Conozco a Mariela, de Perú, R3 de Valencia. Y a Pilar, en Teruel, y a colegas de Cataluña. Hablamos, reímos y lloramos por todo y por las cosas de la sanidad Catalana (cuando las barbas de tu vecino …). Les digo que soy de Reus, para simpatizar (pero mi vida ha dado muchas vueltas desde entonces).
La tarde , dedicada a  "Second life" con Marta, Jose Antonio y Arturo.Cuatro horas virtuales. Interesante para comunicarse y aprender . A profundizar que la virtualidad potencia el aprendizaje. Lo miraré.
La noche. Esperaba la llamada del delegado de N, (“dame tu móvil, te llamaré si hacemos algo” ), pero claro que no llama. Tengo mejor compañía: ha llegado Vicente y salimos a ver la noche de Zaragoza. Cañas, empañadillas, champiñones y café. Y visitamos a los “indignados”, acampados frente al Pilar. Entramos a ver a la Virgen del Pilar. Y es que entra el niño que yo fui los siete primeros años de mi vida, aquí en Zaragoza.
Recuerdo pocos congresos donde disfrutara. Fueron dos, donde no tenía que presentar nada: Santiago Y Sevilla, con Raquel y Gema, y sus amigas. Ribeiro y mojitos, y salsa. ¡Ah, que viejos tiempos!. Momentos para pasear por la ciudad, ver a  gente feliz  y no tener más preocupaciones.
Otra vez al Hotel, a velar armas. A pasarlo mal de nuevo. Porque mañana participo en un   "symposium" paralelo al Congreso. Pero hablo de lo que me gusta. Le dejo a Jesús que cuente lo  de la EPOC, que yo parlaré de cómo aprendemos.
La sala, más espaciosa y ventilada. Nos acompaña Vicente y Raquel , atenta. Hay que esperar 15 minutos porque el moderador que nos antecede falta a su papel. Nos tragamos su demora. Los asistentes son jóvenes en su mayoría. Casi nadie sabe qué es la  GOLD, ni el Dr  Marcus Welby. No es problema, tienen otros conocimientos y otras necesidades. De eso hablamos, del aprendizaje de adultos.
La comida de nuevo. Con Tomás, Juan Carlos y sus resis (¡qué envidia!). Me doy cuenta de que he olvidado mi bolsa con  "gadgets" del Congreso: bolígrafos-pluma  de los que me gustan, dos estaciones meteorológicas portátiles, cremas …Pregunto y voy de aquí para allá pero se ha perdido, extraviado, usurpado, volatilizado. Busco la cara del asesino en los pasillos. Me piden un teléfono por si se encuentra, para darme esperanzas. Sé que no volverá a mis manos…
La última sesión. Escucho a  Rafa Bravo, envidiable en su inmensa humanidad, con sus tres comensales. Interesante, ya me llevo algo en mi zurrón, especialmente Helena Bascuñana con lo del   e-Dis y el e-Therapy learning.
Me vibra todo. Es el móvil. Me dicen que me presente en Secretaría. Bajo apresurado. ¡Mis gadgets!. Pregunto. Me dicen que me presente al reparto de premios, que soy candidato. Lamento no poder asistir, me reclama mi AVE. Irá Vicente, por si acaso. Sensación agridulce.
Regreso cabizbajo. Tomo el AVE. Reconozco  una cara entre el pasaje. Será del congreso porque lleva un Harrison en la mano (¿para leer ?). La ayudo con la maleta. El azar nos sienta juntos, separados por el pasillo. Buen principio para una película. Pero cierro los ojos y ella lee. Antes llama Vicente: nos han dado el premio.

martes, 7 de junio de 2011

Penurias económicas y Congresos médicos: "No suplente"


Pues me voy de congreso . Presentaré un póster sobre la validación en castellano del  COPD-PS -  un test de cribado para EPOC - y, además, participaré  en el symposium satélite “Formación sobre conocimientos en EPOC” con el tema  “cómo aprendemos: retos en EPOC”.

Me parece que tengo que racionalizar el tiempo  dedicado  a mi formación. Y no sé a quién debo agradecer este derecho sindical de 6 días/año  para formarme    (que a veces debo utilizar para impartir cursos a compañeros  de mi  propia empresa).  Sin suplentes, eso sí, con pacientes esperando “impacientes”  a que vuelva dentro de 6 días, el próximo lunes, con las agendas llenas ya para toda la semana siguiente.

Seis días es  poco tiempo. Por eso,  la mayoría de las veces empleo los fines de semana y mi tiempo libre para formarme. Como hacemos todos. Y no me desgravan ni los libros que me compro para tal fin.

Pero me voy con complejo de culpa. Soy idiota. Porque,  si yo no cuido mi formación, ¿alguien lo hará por mí?.  O también: ¿alguien se encargará de comprobar que estoy bien formado?.

Addendum:  Copio una nota remitida por un amigo de profesión. La ha recibido en el correo de su centro. En todas partes cuecen habas.

Estimados colegas:
Los próximos tres días me marcho al Congreso de Medicina de Familia. El caso es que como no hay adjudicado  suplente ningún día, mis pacientes quedarán expuestos a ciertas "inclemencias". No os extrañe si frecuentan las urgencias o acuden a vuestras consultas fuera de hora. Se quedan sin médico por unos días. Ello incluye a inmovilizados y terminales.
Estoy seguro de que ellos os lo agradecerán.
Un abrazo”.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   

domingo, 5 de junio de 2011

Médico de Familia: ¡ Kung Fu!


Hace poco estuve en un curso muy especial: defensa personal. Lo convocaba mi sindicato (sí , soy de un sindicato, qué pasa, los pilotos  y controladores aéreos también lo tienen, aunque  lo aprovechan mejor que los médicos) . Vicente Cañaveras  Ballesteros, gran maestro , y David, maestro  de Kung Fu, transmitieron su saber  durante dos días (bueno, también Miguel  Angel  fue mi maestro ). Aprendimos llaves y recursos para la defensa ante ataques que pueden ocurrir cualquier día en nuestras consultas.

Sí, porque se   dice que cada vez son más los médicos y personal de enfermería  agredidos, especialmente en atención primaria y servicios de urgencias (que levante la mano quien no haya tenido alguna experiencia personal o como testigo).

Yo tuve un pequeño incidente. Una paciente intentó pegarme con la muleta que portaba, además de insultarme y ponerme verde delante de los pacientes que aguardaban en la sala de espera. En mi defensa , diré que tenía trastornos psiquiátricos (ella, yo no).

La experiencia fue algo penosa. Porque, aunque lo cuente ahora más relajado, viví – al modo “light”-las consecuencias psicológicas que refieren los manuales sobre el maltrato: confusión, culpabilidad, tristeza.

 No lo denuncié . Comuniqué el hecho a mi Gerencia. Recibí una amable carta aludiendo a un “protocolo”. Todo consistió en cambiar de turno a mi paciente –es lo que ella quería-.Bueno, pensé, espero no encontrármela ningún día con un cuchillo en el párking de mi centro. Lo que pasó fue más jocoso.

Un día escuché gritos desde mi consulta. Era mi paciente, que había llegado una hora tarde a hacerse una analítica. Sus gritos ya no iban dirigidos a mi humilde persona. Ahora eran extensibles a tooodo el personal de mi centro . La armó . Y consiguió lo que quería: se hizo el análisis. El protoculo había funcionado.